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Tiempo de
rociadas fresias, redondos de lirios blancos y azules y cantos de mirlos y
ruiseñores entre los jardines cercados por los palmerales trenzados de yedra. Terminadas,
y ya a la saga las labores del olivar y la molienda, así como la recogida del
limonar y los naranjos; la flor del almendro festoneaba el pliegue de falda de
Jabalcuza, que cubría a la familia.
Trajín cofrade y repulimiento general
con agua y jabón, es lo que toca (zotal, para lo más prosaico y contumaz). Para
los metales, además, entre la humildad, nudillo pelao con estropajo de esparto,
y limón sobre asperón con mucho restregón. Brillo, que todo brille como el Sol
ya sea, en el personal, a base de laca o fijador sobre la serosa palidez de los
ayunos cuaresmales (gazpachuelos viudos con pan migao; ensaladas de papas con
cebolletas, naranjas y un pellizco de bacalao; habitas fritas, otra vez con
cebolletas… y torrijas de pan frito remojadas en lecha y miel o azúcar con canela
para enlustrar). Cada cual, según poder, lo mejor vestío, peinao y calzao…, y a la Calle.
Ya están las gracias devotas con velo y guante, rosario y fondo de ayuno y armario junto a la santa madre, por calles y templos haciendo estaciones con el Vía Crucis en procesión…
Son 5 mujeres, una primeriza y 4, ahora, azoradas. - ¡Qué viene!, ¡qué viene! –. Sobre el tejao el ave nodriza que sin perder norte, pese al imprevisto tan apresurao, por una ventana asoma el blanco hatillo que de su pico trae colgando.
“Corre Maruja, llama a tu primo para
que venga a verla” -el joven primo a que se refiere la madre es el médico que
la está llevando-. María Elbudo dispone, entre apuros, su propia cama Luis XV
para la joven parturienta. María y Aurora, improvisando, proveen de un prudente
hule, para proteger la pulcritud del estiloso mobiliario… Así, entre el prolijo
arropo femenino, pliegos y aguas, finalmente se allegó en ayuda el primo
Bustamante para alumbrarme.
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