SEMBLANZA DE UNA TARDE DE VERANO Y TERRAL


            

   Una mosquita, diminuta y preciosa, no mayor que una letra de mi caligrafía (completo una respuesta de cuatro líneas sobre El Clan). El sol explaya la mesa del comedor y sobre ambos, el ventilador en cálida caricia se empeña con el terral; los gatitos entre las sombras, buscan los pies o los zapatos. En el aire las gaviotas graznan a sus polluelos en vuelos novatos; cantan los pajarillos en el local de Curro, abajo; continuo trajín de la calle, del de a pie y especialmente el rodado; de vez en cuando -mi calle es modesta, pero arteria de ronda norteña- una estridente sirena... Al fondo del piso, lejana, se oye a mi hija con su novio en el cuarto; a ella, a Inma, se la presiente sobre el teclado que suena en el despacho. 

                                                 En torno a las 19:30 del 6 de julio de 2021

 


"¡Renuncia a tu dolor, ánima inquieta!"



                                                 Con el malagueño Salomón Ibn Gabirol
                                                 En celebración milenaria de su memoria



    KETY



                Enrique en el coche de José Carlos, con un manojito de margaritas blancas, como las que te gustaban a ti; a Inma y a mí, nos llevan  Desi y Edu; y Diana va con David. Se nos ha presentado un hermoso día de primavera con agradabilísima temperatura, cielo nublado y gratificante compaña de chubasco durante el trayecto. Además es sábado 5 de junio  Día Mundial del Medio Ambiente  – ¿cómo podía ser de otro modo, mamá? -  Hace 100 años ya, sin saberlo,  lo prenunciaste tú, luminosa pradera de margaritas blancas…

         Cercando en silencio el sagrado lugar en el que junto a tus restos y tu nombre descansan los de la abuela María y Edu (Eduardo Enrique), sin palabras –lo sé-, profundamente recogidos, rezamos. Suenan los mirlos  entre el verde ramaje  su argéntea plata y  el alto cielo retumba tonante.

 Hoy nos celebramos contigo.    

 


CUANDO EMPEÑÉ MI PIEDRA EN LA LUNA...


 

                   Plena de luz en el sagrado lugar de su universal transitar, en calma serena navega la calle Mesones, bajo los risueños ojos de estrellas y constelaciones. Al mando de la nave, la luna llena  de blancas velas, entre excelsos humores de encendida alhucema,  con plateado timón, cascabelea. Por la embaldosada acera de la casa del teléfono, con su distintivo indicador y la antigua cochera, bajo los vidriados guiños de las  marquesinas de  coloridas tejas, el homérico primo Juan Bravo y su novia, pasean. La luz de la láctea noche  perfecta, al pie de la sierra, entre el mar y alto cielo, de piratas y bandoleros guardada y ajena, escamada de magia, sobre la calle del Alhaurinejo, brillando serpea. La luz, la alhucema y el niño carabina que cuando no corre o asalta a la enamorada pareja, al cielo, queriendo alcanzar la luna, pedrea… La casa de la abuela Paca (mi abuela tercera), la piedra por cima de la de los parientes Benítez, voltea y en el cielo se pierde… Ni en tejados ni calle ni en el huerto de Coscorrón sonó la piedra… Está la luna tan grande esta noche y la calle y el pueblo en mitad del cielo de esferas… El novio y la novia, el brillo de las marquesinas de vidriadas tejas… el largo escalón, de resbalones hendidos, por tanta historia de  coches que dejó pasar la vieja cochera y el embriagante  perfume de la brasera alhucema… En la luna, con los ojos muy  abiertos, aquella noche, empeñé mi piedra.   




MI ÚLTIMO TRABAJO...


                                           

PRÓLOGO

 

            2019 fue el año en que, aferrado al manto del noble, logré subir a su cumbre  con  “Chou I / Generación Creativa de la Secuencia del Rey Wen”,  prefigurando en ella (con mano amiga) el universal  Álef, y personal Cabeza del Toro.

Ya iba quedando atrás la vagotonía del posparto y entuerto en los prenuncios de primavera esperando celebrar los 18 años de mi nieta mayor, Gea, cuando con los vientos de marzo, la Tierra con  “SARS-CoV-2” (Covid-19), declaró pandemia. Abril, sobre mojado, nos llovería confinados; mas  con el sol de mayo, entre la mutante secuencia, retoñó en el campo de labor un nuevo tallo. Apenas atisbado el relumbre del sutil hilo de la urdimbre sobre  las cabrilleantes ondulaciones de sus crestas –viejo surfista, pero avezado- sin más, me arrojé a enhebrar la trama (suele ser mi modus operandi cuando la intuición despunta… ya luego se irá, con el trabajo,  desvelando el calado):

Pespunteando, al sesgo especular, el hexagrama anterior al del estudio en cuestión, y a este  su invertido y/o posterior, y el de trigramas intercambiados, y al propio hexagrama nuclear, y al contrapuesto línea a línea, y continuando por la  expresión de las líneas radicales ( mutantes) que lo generan desde Lo Creativo (Hexagrama Nº 1. Ch´ien), y del escalonamiento mutacional de líneas -del hexagrama en estudio- hasta la configuración, y expresión,  del arquetipo contrapuesto como complementario resultante.

¿La pretendida conformación de obra ?... Caleidoscópica y coloquial. Pero mejor, ustedes juzgarán.

Y como decía -siguiendo mí modus operandi- acabadas las primeras revisiones la tarde-noche de vísperas, el día de reyes (06/01/2021) a las 0:00 horas 25 minutos, en esta ocasión por medio de mi mano izquierda, Inma, mi amada compañera de vida y trabajo (a la derecha tengo las Mutaciones), pedí al Oráculo “Valoración  objetiva sobre el trabajo realizado (Especulación Coloquial de los Arquetipos)”. Para mi sorpresa la respuesta fue la misma que, concluida la labor de últimos reparos sobre mi segundo libro sobre las Mutaciones, I King II / Generación Occidental de las Mutaciones,  a las 19,05 del sábado 8 de marzo de 1.997, planteara para el aquel. A saber:

“¿Hay virtud suficiente en la obra para su publicación?”, I King, entonces como ahora respondió con el hexagrama Nº 15. Ch´ien / La Modestia, que con mutación en las líneas 1ª, 4ª y 5ª, acaba complementando el hexagrama Nº 49. Ko /El Cambio, La Renovación; cuya versión me permito reproducir también para este nuevo encuentro:

“Nobleza que modestamente modesta acude desde abajo velando anónima por entre la oscuridad y la multitud, alza el beneficio de la luz a través de ministerio de cabal plenitud, hasta noble regencia que, exenta de jactancia, procede sin embargo firmemente a la apertura de nueva página en el cíclico calendario”.

       

                                   José Antonio Cantero de Bustos




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Al primo Carlos Capdevilla




Volvemos a casa

Por el camino que andamos,

El fanal del poniente

Con su fulgor silente, nos lo está indicando.

 

Ante la puerta abierta, 

Mamá está esperando

Con papá en el rellano;

Los buenos abuelos,

Los titos amados,

Y los queridos hermanos

Junto a los amigos  del pueblo allegado.

 

La cosecha prendida

La traigo en las manos;

El sudor de la briega

-con blancos paños-

 Ayudadme a enjugarlo.

 

Pasó el calendario

Sus calas de tiempo,

Con aguas, vientos

Y floridos rubores de canto,

Que ya los ruiseñores,

En la noche puntera

Levantan del campo.

 

En el corral postrero,

Por las candelas alumbrado,

El amor en su danza te está esperando.

                                                                                                                                                                                                                                                                        José Antonio Cantero de Bustos

                             

 


 



A Quién si no…




Una vela al viento:

El blanco lienzo

Cual abierto jardín,

Mandala en el tiempo.

 

De Rousseau la paleta

Y de Modigliani,

El aliento.

 

Derramado rubor

Tú, Hibiscus en el centro;

Y yo marinero,

En tu universo.

 

                                                                                 José Antonio Cantero de Bustos
 



ENTORNO A LO ETERNO

 





“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre…” Así aprendí a rezar y anhelar infinitos tras las titilantes luminosidades del firmamento sobre el valle del Guadalhorce y la cremallera de sierras que hoyan a la Ciudad del Paraíso, mientras los dedos de la abuela -“Sancta María”. “Ora pro nobis”- saltaban las brillantes  cuentas del rosario por  entre  calados caminos y estaciones de plata… Cada atardecer, todavía entre los  rescoldos atesorados por el día en el poroso pavimento gris de la terraza de Los Bustos, al amparador  abrazo de las altas palmeras, arcos de yedras, cercos de setos, vahos de ruda  y laureles, y el suspiro dulce de la hierbabuena y los desbordantes   jazmines. “Mater Intermerata” -proseguía la abuela- “Ora pro nobis”, anonimado, respondía yo, perdidamente jugando entre el Universo.