Málaga, festivo canicular, pegado a la verja del puerto, Paseo de los Curas, frente a lo que, en el momento que rememoro (2024), es el Recinto Musical de Eduardo Ocón. Hoy (el día que recuerdo), sin embargo, como decía, hay carrera de motos; corre el año 55 del siglo pasado y, me envuelve con mis  padres y mi hermano Edu, la atronante embriaguez de la quemada bencina flotante. Vuelven y revuelven la vuelta del parque los jinetes de hierro como horda de zumbantes abejorros; y entre la tormenta de viento un pañuelo de cuello rojo y una rubia cabellera con el número tres, amazona montesa sobre una Lube negra... Todavía este mediodía parece que  vuelve y que vuela como la existencia entre lo contingente y la trascendencia.

Antes, para llegar hasta este banco de El Palmeral, en el Muelle 2, en que transvaso la memoria, a la entrada por el lateral izquierdo de la Plaza Jesús El Rico, que estriba Mundo Nuevo,  un nutrido grupo de aves del paraíso han hecho fragante gala de valiente presencia  estirando sus gráciles cuellos y glamurosas crestas -entonces he recordado que es el jueves de la Ascensión-.

Uno de los tres del año, que en el decir católico "brilla como el sol". -Doy fe-. Y sigo adelante, transitando  el recién renovado  túnel, escabel de sonora y oscura tierra... Que, al cabo, rendido también se abre a la luz postrera.


No hay comentarios: