"LOS CHILINDROS Y EL PETIRROJO"



LOS CHILINDROS Y EL PETIRROJO 

 


           Ayer, primero de mayo, en el paseo que procuramos habituar a diario Inma y yo, salimos aprovechando un hueco en la mañana para ir a ver a los recién florecidos “Chilindros” del parque; tres que delicadamente ornan y sutilmente perfuman la umbría angular en que remansado se conforma el parque entre La Cortina del Muelle y la antigua Aduana o proyecta delegación sureña del Prado. 






         Yo estaba absorto ante el improvisado cuadro en que ella recogía las florecientes primicias, cuando al sesgo, meteórica incandescencia de cúpricos destellos, zigzagueó cruzando por entre los bajos del banco en que me hallaba hasta confundirse entre la urdimbre vegetal… 

            Casi sesenta años antes, una mañana en la hacienda San Francisco de “Los Bustos”, jugando a seguir o buscar no recuerdo qué, en otro ángulo umbrío que delimitaba la cobijada ala de un jardín sobre un arroyo de adelfas, el limonar del cortijo y un terraplén lagartero con remansado algarrobo al pie, adentrándome entre arrodillado y reptante por la apretada y áspera palillería del alto y tupido seto limítrofe, al levantar la cabeza, a un palmo de mi nariz, me encontré frente a frente con él. Nos miramos un buen rato de aquellos que no caben exactamente en el tiempo: mi pequeño e inmortal petirrojo…






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