MÁLAGA / ESTÍMULO ÉTICO

Tornasolando vientos y lluvias de marzo y abril, fiel al no desmentido nimbo de tópicos, ya se cierne hermoso en esplendores el mayo real de esta primavera, en la que no todo entre el cielo el hombre y la tierra… viene siendo estupendo. (El espíritu tiene exigencias que la naturaleza, de algún modo entiende inscritas y las cumple y que el ser humano, sin embargo, en su libertad, altera y extraña.) Sigue siendo, no obstante, galana la primavera y mayo un regocijo de ilusionado color que se aproxima, y en el que pese a la torpe usurpación e hiriente cascoteo de la egoica idolatría del poder económico: "Eran ricos, amaban su dinero y moraron fuera de la tierra de Israel" (Bamidbar, Matót), va a poder seguir siendo posible colorear acorde la esperanza humana, si desde aquí y ahora nos afanamos –cual nuestra corresponsabilidad vital y ética demanda- en asentar con consciencia nuestros actos cotidianos sobre los altos principios que la civilización universal de suyo tiene.

Hace ahora diez años, con natural sincronismo, sobre el triescalonado estrado de año, centuria y milenio, me hice cargo de una restringida publicación protocolaria de Málaga / Estímulo Ético (imagen de portada , en cabecera), de la que se hizo eco Papel Literario del Diario de la Costa del Sol. La abierta representación escénica en la que a través de sus caracteres se conforma, aún se proyecta hacia una primavera pendiente…

(En el ínterin cabe destacar una lectura escenificada que bajo el patrocinio de Sanghye Menkhan, Centro Buddha de la Medicina en Málaga, de la mano de Itziar Orube Bona, se realizó en la Sala de Conferencias del puerto de Málaga, y en la que participaron bajo la dirección del profesor de Arte Dramático Pedro Fernández Morales y la colaboración especial del también profesor de Arte Dramático Francisco Diaz Sierra, un nutrido grupo de actores y alumnos de la Escuela -La obra cuenta asimismo con partitura, debida al profesor de guitarra Daniel Utrera Morante-.)

Hoy, en ésta de 2.010 y el mayo en que se cierne, poco pretexto habré ya de buscar para invitaros a compartir los primaverales principios sobre los que la real Málaga se asienta.

MLK´, MLC, MÁLAGA ESTÍMULO ÉTICO AUTOR Al-malaquí de Jabalcuza Fotos Enrique Cantero de Bustos
R.G.P.I. 6.159 (Reservado los derechos de autor) Málaga

Introducción

Entrevistado el año 2.000 en torno al evento, "MLK´, MALACA, MÁLAGA / ÉSTIMULO ÉTICO" (obra entre la novela mística y el auto sacramental), en cabecera, como Al-malaquí de Jabalcuza, su autor literario, pero Allah –bendito sea su nombre- sabe más, decía yo parafraseando al poeta y pintor Henri Michaux que "Así como pinto para encontrar, escribo para encontrar, para reconocer, para recibir de regalo mi propio bien, que yo poseía sin saberlo"... Y así efectivamente no ha dejado de sorprenderme Málaga desde aquellos buenos días en que ardiente oculto en el magín de mi humano padre en tintas, al borde de su profundo seno, con recato, nos acercamos para escuchar de cerca los sentires íntimos que a lo alto proyectan los latidos de su noble corazón.

Del básico entendimiento pragmático de sus caracteres como factoría o saladero, con toda prudencia y diligente respeto, como de la seria y honorable ornitología cantando se eleva el ruiseñor de Keats, así embelesados partimos, siguiendo pistas, tras etéreos fulgores de Estrabón, Martín de Roa, Pérez Bayer, Lindberg, Rodríguez Berlanga y Guillén Robles.

Por legendario ámbito de hespérides hermanas, entre nocturnas luces de femeninas deidades mediterráneas, hasta la embocadura de caminos tartesios en la soleada hoya donde divinamente reina el claro canto que lleva su nombre, llegamos. Allí, sobre el trono de iniciales fenicias, en que se asienta, extendiéndose en el tiempo por boca de sus hijos la vimos alzarse. De soberana manera en el remonte, madre, la K de reina entre los hijos desdoblando cede y así, con voz múltiple de variado tenor de la C a la G modulando, en la Historia juntas acaban proclamando que nombre real es y vivamente humano el de Málaga.

Con los caracteres de la voz de su nombre en el tiempo cual foto en la cartera y solo ya de la ilustre compaña de los historiadores en adelante, para alumbrar camino y entendimiento en tan delicada obra del espíritu (aparte las ganas naturales de corazón malagueño, que eso se lleva, como quien dice, dentro), yo, en la anónima modestia de mi suerte ya andaba por profesión provisto de altos guías al efecto (mi amor a Málaga que no es menor que a la verdad, que ella misma al cabo de su realeza representa, como más adelante veremos siguiendo este decurso, no me habría permitido el arriesgado logro de otro modo). Así que, aprovechando el claro remanso de gracia que el camino allí tenía y me deparaba, en medio de los grandes libros de El Esplendor (Zohar) y el Canon del Tiempo (I King), coloqué la imagen de la bella.

(Del corazón –permitidme muy brevemente en esta intermediación, presentaros a tan magnos ayudantes-, del corazón decía, de la dorada edad de oro del exilio judío en la España del siglo XIII, y de la mano de Moisés de León, procede el primero. Quintaesencia de tradición mística por él devotas miríadas de Israel en todo el mundo elevan gracias cada día al Altísimo. El cano y clásico universal de Las Mutaciones, nacido par con el Imperio del Centro de la mano de Fu Shi, su primer soberano, cual linterna para alumbrar camino, el segundo.)

Fulgente espíritu del alma de la letra y el número, destilada esencia y modelo en que de diverso modo se miran las lenguas, el Zohar, cual espejo, delante. Ella, de frente, reflejando en él sus caracteres; y yo, con I King, celeste brújula en la mano, observando en cada paso la orientación y el sentido del todo y de las partes. Así, por el venturoso acceso que la divina gracia en el corazón de esta luna de Su espejo abierto tiene y depara, con reverente fervor nos adentramos.

Al borde mismo de lo que la admirable ciencia contemporánea Big Bang, llama y deslumbrada ante el imponente foco se detiene cauta, por entre el velo especular que al amparo del Altísimo El Esplendor allí sostiene, la visión del todavía increado orbe contemplamos.

"Cuando el Santo, bendito sea, quiso crear el mundo –nos aclara anfitrión en el celeste umbral, Rabí Amnuna el viejo-, las letras se encontraban ocultas como los dos mil años que precedieron a la Creación. Él las contemplaba y se deleitaba con ellas..."

En sentido inverso –de lo increado a lo manifiesto así provienen- las vimos comparecer argumentando sus méritos ante el Santo, y pidiendo por ellos, cada una, ser en el orden de lo por crear, primera.

Todas, menos la Alef, se presentaron ante Él.

De ese modo, cual el de las creativas energías radicales que atribuyen los científicos a los instantes primeros del ya mencionado Gran Principio, las fuimos viendo exponer sus atributos ante el Santo: desde la postrera Tav, hasta la Bet, que fue la elegida primera por representar tanto en lo alto como en lo bajo a la inicial señera de la palabra con que se bendice al Santo: "Baruj" (¡bendito sea!).

En aquel mundo de bendiciones en ciernes vimos malagueños a nuestra madre investirse con los caracteres que el cielo le había otorgado:

Dignidad real, perseverante equilibrio, y brillo del honor divino (MLK); más del brillo (K) en el tiempo –recatada guapa, mirándose en el Santo- con donosura fue repartiendo los bienes (C-G), para que entre ella y sus hijos reinaran la humana compasión y la previsora verdad que salva.

Modelo así es Málaga "ciudad no del mundo", cual dijo el poeta, en tan honda y alta pasarela del espíritu y el alma.

Sobre el bloque ético de la cultura humana así del marmóreo ara de la Historia extraído con el oro de los caracteres, la labor que restaba para su configuración en escena, no más que colores locales por así decir, que podría pintar cualquier corazón malagueño orillando su playa... correspondieron al Al-malaquí de Jabalcuza –su humilde servidor-; pues el tiempo de la obra, al cabo de la misma: cambio de año, centuria y milenio que en la Nueva Era comenzamos, obviamente –divina providencia-, tampoco fue ello debido a esta pobre autoría literaria; sino regalo que abriéndose sobre las fechas podemos compartir aquí y ahora...

Por lo que a mí respecta, Al-malaquí de Jabalcuza, el malagueño que con colores propios –alguna paletada de Picasso ya querría- la ayudó a vestirse, por distinguir mi modestia entre los eminentes ancestros paisanos Ibn Gabirol –altísimo poeta místico judío del siglo XI- y Ibn al-Baytar –"Discórides de la Edad Media", también alto poeta sufí del siglo XII-, que por la pluma usaron del gentilicio local primero, mi padre en tintas me apellidó de Jabalcuza... Mas también quiere con todo, por razones que legitima de literarias al servicio de tan alta anfitriona, hermanarme en resonancias con aquel sabio, Cide Hamete Benengeli, que en la mente del gran Don Miguel de Cervantes concibió el sueño hidalgo de amor, amistad y alegría que es Don Quijote.

¡Soñar..., soñar con ella enamorado!... –la suerte de mi papel así lo permite en tan singulares y mágicos momentos del espíritu, tiempo y espacio- ¡¿Cómo si no podría representarla bajando de la eternidad al tiempo sobre la arena de sus amores y el milenio?!, ¡¿cómo, sabiéndola emerger entre el cielo y sus hijos emplazada?!, ¡¿cómo, si no en tan amoroso e íntimo recreo de los propios principios sorprenderla?!

>>Velera entre la espuma serena..., o bajando por bucle del tiempo a la arena... Zarcillos de luna y oro, guiño de plata y estrellas...

>>Fragancia de olas suspira la noche...: alfombra de flores sobre el pecho parece... ¡Ya viene ella!... ¡Qué ya viene reina! ¡Qué ya viene madre! ¡Qué ya viene amante!, en tan magnos momentos, recreada un instante.

PRIMER ACTO

"¡Renuncia a tu dolor, ánima inquieta!"

-Liturgia rito español del día de las expiaciones (traducción A. Bonilla San Martín)- Gabirol

El escenario lo conforma el espacio de playa que se extiende delante de la primera glorieta de la avenida Pablo Ruiz Picasso.

Es de noche y el campo escénico yace inmerso en la oscuridad hasta captar la atención de la asistencia; de súbito rompe la música y a la luz emergen crenchas de ondas empujando la orilla. El borde lumínico sobre las olas, bandeja de plata entre el negro cortinado de mar y cielo, es levantado y corrido por una multitud de grises figuras que tras desvelarlo se funde en la sombra.

Resaltada con acentos sonoros y lumínicos, centra la atención una breve recreación de la propia naturaleza del marco (playa, mar y cielo) inmersa en halo de dulce tamiz verde y morado, mientras el centro teatral se configura con enramada afluencia de flora: palma, olivo, almendro, cítricos, vid, tomillo, romero, poleo y albahaca.

Ella (Málaga natural encarnándose entre remolino de arena mientras la resalta un mágico nimbo de luz):

De la mar, concha de espuma;

sobre la arena erguida esencia

femenina, lunar, al sol.

Yo soy de la preñada carne estelar,

primero, hembra morena.

Agua, sal, sol...

(Se aleja y disuelve en el propio velo la hermosa voz y con ella la velada bella.)

Entran contingentes humanos, al son de su propio fragor, conformando los primitivos asentamientos de Ronda (O. Escénico), Antequera (N.) y Nerja (E.) Parte de ellos se apiñan en cúmulo característico ("Yegua preñada", dólmenes y cuevas); de rudimentos y brasas de hogueras, de llamas y entorno de danzantes; y otra parte encarna al tránsito de los propios grupos tribales.

Apenas se asientan, convocadas por suscitantes notas de profundas guitarras, las distintas conformaciones, desde sus focos, en chorros humanos (investidos de oro y fuego) comienzan a girar sobre el eje del campo escénico, incorporando todos sus elementos, hasta conformar la congelada impronta de un paño espiral con los colores de España. (Una corta repetición de proyecciones, subliminales, mediante apagado y encendido, cierra la escena.)

SEGUNDO ACTO

El canto de un gallo en la oscuridad, preludia el alba; en la penumbra, que comienza a configurar tenues albores luminares por el Este, resuena entremezclado tropel de hombres jóvenes y caballos. (Breve resalto luminoso del cuadro "Caballos en el baño", que soportan jóvenes en SO.)

El joven sol de la incipiente mañana, aún remozándose sobre su lecho de aguas, comienza a iluminar la rumorosa actividad de un mercado de intercambios humanos. Los malagueños que la van integrando lo hacen de manera progresiva con vestimentas a la usanza de las distintas épocas históricas.

Suena de cuernos (shofar). La parte Este del mercado se despeja replegándose con la Oeste.

Por el mar, del Este, entre revuelo y graznidos de gaviotas, algarabía de marinos blancos que chapotean el rebalaje tirando de gruesas maromas blancas que extienden a modo de escalinata internándose por la orilla hasta detenerse delante de las palmeras ( tres que se yerguen en orientación NE. del escenario natural).

Suavemente el componente escénico del Oeste comienza a rotar sobre sí ofreciendo una suerte de mágica visión del propio devenir; en ella al cabo, la representación de las distintas épocas con sus vestimentas e imágenes características acaban componiendo una cierta faz urbana, contemporánea, con resalte de sus progresivos estamentos, que acaba emplazando al que habrá de ser el espacio de representación.

Una fuerte proyección lumínica exalta la varada de una nave fenicia. Sobre su grupa, esplendentes y ligeras, las tres Aes (doncellas entre livianas gasas blancas ligeramente salpicadas de oro en auras celestes).

Voz en off (expresa profunda y poéticamente la captación del espíritu fenicio como base de la comunicación civilizadora):

Ilusiones de sal al sol bajo el azul y sobre el azul del mar: su medio. Una cornisa azul su hogar con huertos y palmeras al mar y por la mar: delante como atrás.

>>La trama de humanas mercaderías es su cultura y su más alto legado, el alfabeto.

Las tres Aes (gráciles y ligeras en chispeante y alegre brillo, bajan corriendo las escalinatas hasta situarse cada una junto a una palmera. Unísonas):

Base pura, firme peldaño y adherencia. (Acompañándose en su presentación de digna y juvenil reverencia, al tiempo que la catalización iconográfica de la Málaga actual las emplaza):

>>Somos, de las tres dimensiones, la divina escala. Conmigo el espacio posible y su expresión cabal (señalando con amplia dignidad de brazos el firmamento y entorno urbano).

1ª A (adelantándose): Yo soy al fin en la humana relación...

2ª A (siguiendo el pie): Pura demostración...

3ª A (al mismo tenor): De fidelidad con lo Alto.

Las tres: "Alef, Alef, ¿por qué no vienes tú delante de Mí como las demás letras?", me preguntó el Santo cuando se disponía a crear el mundo.

1ª A (en arrobado rapto): ¿Cómo del supremo bien de Su presencia iba a arrancarme?

2ª A (con amplia resolución e igual ingenuidad): ¿Qué duda podía caber ante la plenitud de Su claridad?, ¿a dónde ir?...

3ª A (con firme y claro desprendimiento de sí): No, no parpadeó sombra mi posible mérito sobre Su divina gracia.

Aes (unísonas y radiantes): La lealtad que con ello entre mis hermanas me es reconocida..., abundancia de sí cual es la luz cuando generosa se derrama.

>> (Apiñándose en esbelto remolino, ungidas bajo cono de luz azul): "Tú serás la primera de las letras, dijo al cabo el Altísimo, Mi unidad sólo se expresará a través tuyo, sobre ti se basarán los cálculos del mundo, y la unidad solamente se expresará por la letra Alef."

>> (Reverentes y preciosas mientras se distienden, unidas de las manos y dirigiendo las miradas sobre la concurrencia): Humilde soy, Señor, testimonio veraz. (Terminan con agraciada sencillez su presentación.)

La etérea penumbra celeste sobre las Aes cede a su disolución a través de una suave y progresiva exaltación lumínica de la nave fenicia, sobre cuya cubierta se muestran, ahora, mayestáticas, tres hermosas y dignas damas ataviadas con túnicas verdes y chales morados.

MLK (unísonas): Juntas componemos el título con que se nombra a la majestad.

K (concluyendo): Yo, además, soy el brillo del honor divino.

Descienden espaciadas entre sí con donosura hasta situarse, respectivamente, entre las columnas del albo templo tetrástilo, que ocupa el fondo central del escenario. Seguidamente, un chispazo, un torrente de energía enciende de nuevo en radiante ánimo a las Aes sobre la escena, y éstas corren brillantes hasta complementar a las regias damas sentándose graciosamente a sus pies. Con el conjunto, reluce el templete en aura de los colores verde y morado.

L (destacándose delante): Cuando ansiosa...

M (avanza y poniéndose a la par, personifica): Por comenzar el mundo, yo...

L (prosiguiendo la declinación de la hermana con respeto): Acudió presurosa ante el Altísimo para ofrecerse al efecto...

M (personificando de nuevo): Valoré sobre la sabiduría al ímpetu arrogante y en quiebra de la luz hubieran caído todos los reinos de la Tierra si sobre ellos, con mayores miras no velara el Santo.

L: "Retorna por eso a tu lugar, señaló el Santo, junto con la Lamed y la Kaf, dado que el mundo no puede existir sin Rey."

K (en paralelo con las hermanas, pero aunque en leve, en sensible destaque de ellas): Yo, K, a fuer de postrimera, del delicado tacto y perfecto brillo, cuyo desequilibrio es humo... Brillo de Su propio honor, en trono de gloria me creó el Altísimo. En sombra de mi arrogancia un día, un instante, un tiempo al cabo de aquel a la Creación previo, en que tan sólo por gusto se me ausentó el corazón, los mundos por crear se estremecieron y el trono que los asienta en el centro y las doscientas mil palabras que lo expresan y relacionan. (Volviéndose a un lado con rostro grave mientras se mira las manos, de manera profunda, recia y líricamente matiza): He de velar la vela.

>> (De nuevo de frente, avanzando unos pasos, circunspectamente reflexiva): Si hay parte de mí que en fasto brilla, no te engañes, sí hay parte de mí que falta sufre. No para delicado tamiz de la luz en alegría común sería entonces (proyecta hacia atrás brazo, mantilla y tono; y hacia adelante y arriba, el ánimo), sino para humo vano de ilusa parte.

>>Ni más ni menos ni otra llama, que el fervor de tu vida soy que al cielo y a la vista arde. De la salud de tu alma infalible termómetro es mi cuerpo. Y el brillo, ¡ay mi brillo que no a otra cosa que a alegre sonrisa aspira! ¿Más?, ¿a qué ser, aspirar más, que al armónico esplendor de tu generosa confianza? En el central calor de mi brillo del naciente al ocaso en paz la vida su rico tapiz labora.

>>El suave punto en que la justicia toca con gracia y blando tacto al corazón es mi límite. En él, juntos (abarca con alto y amplio círculo la expectación) hemos de ungir con esplendores la real majestad.

(Silencio)

MLK (adelantándose conjuntas, aunque dignamente espaciadas entre sí, a un central plano escénico con la alegre chorrera de las Aes que de nuevo graciosamente les ornan los pies): Si en ausencia de dignidad real y honradas luces, los mundos se arruinan...

>>Haz de luz ministra es en cambio nuestra real majestad de arriba delegada, perfecto y áureo tubo resonante de Su voz: leales hechos diarios entre hermanos. Eso por destino somos, ese lucero sentido de mañana inscribe y preña con generosa majestad mi..., (se paran en breve reflexión, apenas suave inflexión, y emergen diáfanas proyectando las palabras con soberana ternura y alegre expansión): tu..., (en arrebol de danza): nuestro nombre.

En servida compañía de las Aes se retiran de frente con solemne y afable deferencia, siempre inmersas en el halo característico, al que sin embargo abandona el subrayado lumínico de la acción precedente.

Integrado el cortejo al templete, en las primitivas posiciones, la letra K, en danza del propio fulgor, holgando libera, generosa y postrera, desprende del cuerpo real, cual perlas de su collar a las letras C y G.

Chorra la joya de C, en estela de pálido tamiz hasta el campo escénico dejado por las mayores, donde es objeto de resaltado centro escénico; G, la sigue rielante y alcanzándola, tras breve danza conjunta, la rebasa escorando por la izquierda, hasta el límite del primer tercio del escenario, donde permanece suspendida en velada luz.

C: Previsora de la dignidad real, soy en el discurrir de los humanos días Su instilación. Por mí el tiempo de los hombres benévolo transcurre, yo soy la firme senda en que el pie seguro se asienta, yo la serena mano que el innecesario dolor aparta; yo soy la benevolencia.

>> (Integrando en su manifestación la ampliación de sujeto colectivo): Nuestra responsabilidad más próxima es ser el punto de apoyo inmediatamente previo a la caída. Nuestra responsabilidad colectiva necesariamente pasa por que en nuestro lar no se caiga nadie con nombre y apellidos o sin ellos por falta de amor a ser justos.

>> (Retrayendo la acción de sujeto sobre sí): Yo soy en la auto evaluación constante, la necesaria obligación de no obtener menos en la salud moral de la relación permanente.

El subrayado lumínico decae con elegancia hasta dejarla en flotación suspendida de la propia aura, cual perla colgante. Simultáneamente, el resalte progresivo de G la acaba desvelando en escena.

G: Yo soy la G, constante relumbre, signo y muestra del día Santo; que soy su permanente observancia, reconoció el Santo, pero que también al cinto en regazo porto espada, me dijo cuando orgullosa para comenzar el mundo me presenté a su estrado.

>>Continua tensión entre lo uno y lo otro fui instituida en mi carácter, y continuamente en paz los días salvo con el empleo de la verdad. La verdad es mi salva y equilibrio, cual ella me llena de ella en los hechos me declaro. De la Suprema pendiente menudeo comprensiva entre los cotidianos hechos de los días humanos. Con Su ley he trocado en los años en que me asiento el primitivo hierro de mi espada en medida de justa rectitud humana. Con ella cada día primero ciño mi cabeza para estar a su altura y desde su más alta comprensión apresto de lo malo el alto y exhorto en la sana restitución. (Firme en su posición, llena de dignidad y modesto recato, la G recoge sobre su pecho los brazos cruzados al tiempo que se difumina su subrayado escénico.)

Con el suave creschendo lumínico del escenario, par de movimiento musical, las letras MLK y el cortejo de sus Aes se distienden elásticas en amplia coreografía espiral, que tras integrar al paso de sus respectivas posiciones a las letras C y G, de nuevo en el templete, se recomponen y de seguido entre anónima gente contemporánea se disuelven. Una breve atenuación lumínica relaja la tensión y atención escénica sobre el alegre y pequeño gentío que ahora puebla el propio tetrástilo y entorno inmediato, al tiempo que en primerísima fila escénica, centrado en primer plano a la izquierda del espectador, sobre la alfombra que, de interior a exterior respectivamente, con los colores de Andalucía y España la luminiscencia tiende encendida su orilla, aparece bajo cono de intensa luz sobre marmórea plataforma el 1er. Macero, ricamente engalanado para las solemnes galas.

1er. Macero (entre expectación de gran silencio, con enérgica dignidad que proyecta a través de sus golpes de anuncio y vibrantes palabras sobre el auditorio):

¡La muy noble! (Decae el cono lumínico y queda el macero en la clara luz que lo resalta en su plataforma.)

2º Macero (primer plano a siguiente quinto escénico del primero. Con igual prestanza que aquél): ¡La muy leal!

3er. Macero (igualmente resaltado en tercer quinto escénico): ¡La siempre denodada!, ¡la primera en el peligro de la libertad!

4º Macero (en cuarto quinto, precedido de giro musical entremezclado de elementos del folclore internacional y voz de acento extranjero): ¡La muy hospitalaria!

5º Macero (a derecha escénica y del mismo modo que los anteriores): ¡La muy benéfica!

Todos los maceros señalan con el brazo al tiempo al centro escénico, componiendo desde ellos con chorros de luz cónica, una radiada corona estelar.

Cuando aún no se ha extinguido la reverberación del impacto escénico, de entre las puntas de la corona, como sentidos y alegres y perfumados claveles y rosales, en secuencia progresiva también de izquierda del espectador a derecha:

Flores primeras (arrojándole flores con garbo): ¡La bella!

Flores segundas (con clara lozanía): ¡La de la Costa del Sol!

Flores terceras (con subido entusiasmo): ¡La guapa!

Flores cuartas (grupo de poetas y artistas, siempre al tiempo que arrojan flores): Ciudad del paraíso, ¡bombonera!, ¡cantaora!...

MALAGA (mujer, en la madura juventud de sus años. Alegremente serena, como sus vinos; elegante, como sus palmeras; clara y brillante como conjugan de sus campos los limones y azahares, el profundo cereal y el aceite de su olivo. Brillo de plata le traspone a las pestañas, el boquerón):

Verde mi manto en ondas,

de la tierra verde brinco,

verde salto:

que verde aspiro al azul alto.

Por el alto claror yugo el día

bajo el sol, áureamente ungida,

y a la tarde, de la derecha labor

postrera la pasión ya hecha arte,

suave me cubre los hombros

mi manto con su noble morao.

>> Esa soy yo (abarca con amplio gesto sobre sí. Luego se dirige con alegre serenidad al centro escénico, que ahora ocupa un reluciente estrado de mármol blanco, precedida por los halos coronarios, mientras va recogiendo con gracia de entre las flores que le han tirado): Un más que notable (enfatiza), con más que un notable nombre la Historia, de hecho, ya nos reconoce (mientras sube) en el escalón de este instante. Nacida en las postreras centurias radiantes del Carnero que el Cielo ofrendara a nuestro padre Abraham, te recogí en mi regazo hijo, rescatado para la vida junto a las lágrimas que el enternecido ángel desde arriba derramó. Desde entonces hemos recalado en profunda prueba milenaria la edad entera del signo de los peces. Hoy, que en el celeste el Aguador abriendo su ánfora en ondas, sobre la Tierra era de la humana comunicación funda con apertura de milenio y alba centuria, caudalosa de las profundas aguas a tu orilla emerjo. Vengo hijo, en tan magna conmemoración universal (un arrebol de ternura como de rosa que en pasión sus pétalos da, y que apenas contiene la dignidad de su pecho) vengo..., a recordarte frente a frente, hijo, a verte; a verte así de derecho. Primero a mirarte, prenda, y ahora que en este mágico instante del tiempo y del espacio en solaz vuestro calor siento y vuestro perfume palpo en la noche enamorada, hijos, a exhortaros. Fiel a la alta dignidad que con el porte de tus actos, los altos principios de tu historia en esta madura edad te configuran, proyecta malagueño la brillante alegría de vivir que desde lo más hondo de ti puja y derrama tu amistad cual tu dulce vino por todos los brazos de la Tierra. Di que eres, al claro Sol Sur del Mediodía, ondas caudalosas de humana comunicación en amistad. Y di con ello garboso en los lances, que al pie de la profunda y la amplia y la generosa de antiguo llamada Hispania, la de las remotas tierras, en el dulcísimo vergel que el más bello sueño del desierto pudo alcanzar un día, tienes solar.

>> Cumplida es ya la hora..., (busca un instante en sus adentros como si le faltaran las palabras) de este caro encuentro, malagueño, hijo. He de volver de nuevo (añade con soberanía), de entre vosotros al lugar de siempre. (De seguido, echando la pierna izquierda atrás al tiempo que levanta con el brazo, la mano derecha trémulamente abierta a la expectación): ¡Hijos! (Concluye el giro alzado y se retira aún del calor pendiente. Apenas unos pasos, del calor robada se vuelve sobre sí y suspendida en rara atmósfera, cual aquella etéreamente alada en que de la flor el colibrí se alimenta): Una cosa aún, quiero decirte hijo, que cuando en la anónima continuidad de este tercer acto con aguas de Acuario tu nombre en el blanco papel del milenio y la centuria inscribas, que sean en aquél tus principios instilación expresa de las nobilísimas letras que componen tu nombre; y él mismo íntimo espejo y rostro de tu hermano, en el cual tu dignidad continuamente se sostenga. (Tras recuperar los pasos anteriormente retrocedidos, se detiene un instante trémula y entera para caer de rodillas, arrobada sobre su seno de magna mater mientras grita): ¡A mi corazón y a mi alma, siempre, malagueño! (Un remolino de humanidad contemporánea, gira en espiral desde el templete sobre ella absorbiéndola anónima).

Acabada la representación en el escenario convencional todo el cuerpo escénico, revistiéndose a la vista con naturalidad en su propia forma habitual, prosigue sin solución de continuidad reintegrándose en la multitud mientras portan luminares encendidos. Suenan guitarras, palmas, castañuelas y cajas, se apagan las luces escénicas salvo el foco que ahora se proyecta sobre el reverso "Caballos en el baño" mostrando, también de Picasso, a "Las bañistas". Sube tocando el cuerpo musical, también entremezclándose. Suelta de palomas mientras suena (de Triana):

Vuela, vuela, vuela, / blanca paloma; / tengo un nido aquí, / en mi ventana. / Una mañana de verano con el sol llegó / en una estrella... / Vuela y llega hasta aquí, / detente en mi nido; / que si te alejas paloma / está el espacio vacío, / perderás el camino y / morirás de frío.

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